“Alto y sobrio soy”

Soy un molino de esos que generan electricidad cara e imposible. Desde mi altura ( la altura del ego) solo hago que dar vueltas y vueltas a mi cabeza tridimensional y aunque vosotr@s desde abajo me veáis descomunal como un gigante, no sería nada sin el viento.

En mi soledad (mis congéneres de una pata se encuentran a unos kms de distancia) voy cogiendo velocidad hasta que se me borran los pensamientos y recuerdos. A veces tengo solo como compañeros a los pájaros  que evolucionan a mi altura, asustados de mi vuelo giratorio… Entonces solo anhelo una averia gorda que frene mi movimiento, para que confíen y se posen en mis alas blancas.

Alto y sobrio soy, sin embargo para mi es difícil esa máscara de trabajador incansable y responsable ecológico que alimenta acumuladores de luz cuando sé que me grafitean poniéndome a parir, haciendo gestos extraños y groseros con el dedo corazón.

No soy lo que parezco y quisiera aclarar esto. Es tan importante dejar las cosas claras, rompiendo el silencio de vez en cuando. Y es que me exaspero, sulfuro y solivianto  (Fiuuuuuuuuuuu… Ruido veloz de alas)

No sabéis como me emociona el amanecer desde mis alturas, rodeado de montañas picudas que  soplan ventiscas congeladas y aulladoras. A mis pies, conos verduzcos y marrones de todos los tamaños, se acurrucan entre ellos, formando un hermoso tapiz vivo y susurrante. Igual también me estan poniendo verde.

A lo lejos, veo el mar con pintitas blancas. No os podéis imaginar lo diferente que es su color cuando de golpe, mi manto azul se oscurece y enfada, escupiendo rayos y truenos. Es cuando tiemblo y daría cualquier cosa como pertenecer a un mundo electroconectado, utópico y gratuito.

¡ Soy un ingénuo trialar del copón!

A pesar de todo y de todos, sigo mirando  los atardeceres,  al infinito con esperanza y gratitud porque transformo viento en luz, moviendo mis alas cada vez, a más y más velocidad. Y gracias al ruido ensordecedor que genero, me olvido de lo que aparento, cortando el viento.