Os miro desde lo alto
y aunque seáis cuadraditos negros sobre negro,
en otros momentos fuisteis paredes encaladas,
renaciendo en brillantes amaneceres.
Emparradas verdes,
aromáticas de viento atlántico y bruma,
regalando sombra en estíos calientes.
Os recorro con ojos tristes,
cuadrados sin geometría,
entre muros gigantescos que reclaman su lugar.
“In mente”,
cerrando puertas y ventanas en un adiós
con la mirada velada hacia el horizonte.